¿Qué son los vehículos: físico, astral y causal?

Son campos de energía. Si la conciencia del hombre (que nos convierte en seres reflexivos y capaces de aprender) permanece en estado de vigilia, éste percibe los tres vehículos que aquélla posee: el físico, el astral y el causal. Éstos se mantienen unidos por los centros de energía, cuya misión es, además, la de permitir la entrada de la potencia divina, que recorrerá todo el organismo (desde los sistemas y órganos hasta el último de sus átomos).
El cuerpo físico
Nuestra conciencia se identifica casi completamente con el cuerpo físico. Éste requiere aire, alimento y sueño para subsistir. Y padece la dualidad: enfermedad- salud; dolor-placer; sueño- vigilia; etc. Se limita sólo a la materia tridimensional; toma los datos con los cinco sentidos y elabora las sensaciones. El hombre se identifica a sí mismo, en este estado físico, en un promedio de dieciséis horas diarias. Son las horas en que está despierto, consciente; en estos momentos creamos nuestros pensamientos.
El cuerpo astral
En el campo astral, el hombre usa la imaginación como vehículo de conocimiento.
Es el hombre energético empleando su voluntad. Cuando dormimos, si recordamos lo que soñamos, lo hacemos gracias a nuestro vehículo astral, el sueño donde construimos cualquier objeto o vivimos situaciones increíbles, sin esfuerzo.
Por el vehículo astral el hombre usa el intelecto, piensa, se introduce en lo profundo
de su ser, sumiéndose en una introspección. Ahí masca las ideas y crea a través de los pensamientos. Se dice que es el vehículo de los genios, porque después de pensar algo podemos crearlo en el plano físico.
Si el hombre duerme profundamente, sin soñar, es capaz de trasladar su conciencia al sentido del yo. No está disperso, sino que está tranquilo, sereno, descansa con un sueño reparador. Si tenemos cuestiones sin resolver, el subconsciente nos trae a los sueños las distintas respuestas.
Si soñamos mientras dormimos significa que tanto el cuerpo físico, como el causal están haciendo contacto. Este sueño, entonces, no será reconstituyente. Nos levantaremos cansados.
El cuerpo causal
Es el de las ideas. Es el plano intelectual (está entre la materia y la mente); es una realidad a pesar de ser invisible a la vista. El mejor ejemplo es lo que le ocurre a un hombre cuando cierra los párpados: se da cuenta de que existe, a pesar de que
el cuerpo sea invisible a sus ojos físicos; está presente en su conciencia como idea. Con este estado de inteligencia imaginativa que es el cuerpo causal, el ser humano, con sus pensamientos puede hacer realidad cualquier fantasía.
4. El campo energético de la persona
El aura
Lo que somos no termina en nuestra piel, se extiende bastante mas allá en el espacio que nos rodea. Esa extensión es lo que llamamos: el aura. Consiste en una especie de halo luminoso que nos envuelve y que cierra el cuerpo físico. Es el campo energético, atómico, humano; como un reflejo y un síntoma constante de la presencia del estado de las energías atómicas (las denominamos atómicas porque emanan del conjunto de células, que tienen un núcleo de energía llamado átomo) del organismo.
Las capas se penetran entre sí; no están separadas como hojas de cuaderno, sino que se interrelacionan y forman parte del llamado bioplasma. En cada capa queda grabado todo lo que hemos experimentado desde que nacimos. En ella se ven las experiencias de las personas y sus pensamientos.
En la sesión de RC se estira el aura y se van acomodando las distintas capas.
Para ello, se hace la imposición tres veces, invocando a la Santísima Trinidad, y se trabaja sobre cada uno de los tres vehículos: el físico, el astral y el causal.
Libro de Reiki Crístico. Pág. 130-131.
ISBN 10: 987-23370-0-04
ISBN 13: 978-987-23370-0-1
http://www.editorialdeorienteaoccidente.com/
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